domingo, 29 de septiembre de 2019

O Todos o Ninguno

Dirección: Helena Lumbreras, Mariano Lisa 
Guion: Mariano Lisa y Helena Lumbreras
Producción: Colectivo Cine de Clase
Formato original: 16 mm, Color.
País de producción: España
Fecha: 1976
Duración: 45 min






















Mariano Lisa y Helena Lumbreras 
junto a un trabajador de Laforsa 
en la presentación del documental


La historia de la huelga de Laforsa en 1975 en Cornellà, que se convirtió en un grandioso ejemplo de solidaridad entre los obreros. Durante los tres meses que duró, el equipo de rodaje siguió los trabajadores y trabajadoras, movilizados contra las presiones de la empresa y las fuerzas del orden. Sus acciones culminaron en una huelga masiva de los obreros de toda la comarca del Baix Llobregat que duró quince días.




En 1976 realizaron su segundo film, O Todos o ninguno, sobre la lucha obrera de una fábrica (Laforsa) de Cornellà en el que se utilizó material filmado por los propios trabajadores y se llevó el rodaje en un constante consenso. Sobre esta cuestión, relevante por cuanto atañe al objetivo del documental de intervención, la propia directora debatía con otros cineastas críticos –Manuel Esteban, Jesús Garay, Jaime Larrain, Joan Puig, Llorenç Soler, Pere Joan Ventura, Gustau Hernández y Ernest Blasi– en una mesa redonda publicada por la revista El viejo topo en 1977. Respecto a la cuestión del uso del lenguaje cinematográfico y si se debía o no enseñar a los protagonistas a realizar sus propios filmes, Helena Lumbreras afirmaba:

[...] si intentamos hacer un discurso de clase, de una clase que será la hegemónica, que tiene otra visión de mundo, ese discurso ha de ser forzosamente distinto al de la burguesía. Lo que han rodado los compañeros de Laforsa en el interior de su fábrica es completamente distinto a lo que hubiera hecho TVE, por ejemplo.



Lumbreras, en aquella ocasión, respondía que de la misma manera que se enseñaba a un obrero a leer y a escribir, también se le podía enseñar el uso de una cámara. En el caso de la fábrica de Laforsa, el proceso de filmación fue discutido por el equipo técnico y los trabajadores, incluido el montaje. De esta experiencia, Lumbreras resaltaba que el público que veía la película se sentía especialmente motivado ante los planos que estaban rodados por los obreros sin saber quién había llevado a cabo el rodaje de aquello. Por el contrario, Manuel Esteban afirmaba que era imposible extraer una nueva estética del film filmado por el obrero.



Este tipo de críticas tienen mucho que ver con la visión antropológica de la invención de las sociedades primitivas y del “buen salvaje”, práctica llevada al cine por ejemplo por Flaherty, en el que la “pureza” –en este caso de los esquimales– otorga un valor único a la imagen (Piault, 2002: 338). Lo mismo ocurriría con la idealización de la clase obrera presente en el discurso marxista.



La propuesta de Lumbreras suponía entonces un aparente salto cualitativo entre ser objeto o ser sujeto del film, al atender a la esencia propia del trabajador, aunque al mismo tiempo hubiera una visión posiblemente paternalista, que impidiera la conjunción de sujeto histórico y a la vez fílmico. Esto conllevaba, en sus propias palabras: “En cuanto se trata de darle a la clase trabajadora una autonomía y de potenciar su cultura se está haciendo algo muy peligroso”



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