Where to Invade Next
Título: Where to Invade Next (¿Qué invadimos ahora)
Dirección: Michael Moore
Producción: Michael Moore, Carl Deal, Tia Lessin
Guión: Michael Moore
Sonido: Hilary Stewart, Francisco Latorre
Fotografía: Richard Rowley, Jayme Roy
Narrador: Michael Moore
Intervienen: Michael Moore
País de producción: Estados Unidos
Año: 2015
Duración: 119 min.
Idioma(s): Inglés, italiano, francés, alemán, árabe, noruego, fines.
Compañías Productora: Dog Eat Dog Films, IMG
Fuentes de información: Wikipedia, Hipertextual.
QUE INVADIMOS AHORA from javifiestadj on Vimeo.
Dirección: Michael Moore
Producción: Michael Moore, Carl Deal, Tia Lessin
Guión: Michael Moore
Sonido: Hilary Stewart, Francisco Latorre
Fotografía: Richard Rowley, Jayme Roy
Narrador: Michael Moore
Intervienen: Michael Moore
País de producción: Estados Unidos
Año: 2015
Duración: 119 min.
Idioma(s): Inglés, italiano, francés, alemán, árabe, noruego, fines.
Compañías Productora: Dog Eat Dog Films, IMG
Luego de su documental Capitalismo, Moore produce, guiona y actúa en esta sátira y divertida comedia donde se crea una "invasión" por Europa para encontrar soluciones que se puedan aplicar a los problemas internos de Estados Unidos. Los países que recorre el documental son Italia,Francia, Finlandia, Túnez, Noruega, Islandia y Portugal.
Moore visita Finlandia para conquistar el excelente sistema educativo; Francia para poder apreciar la importancia de la buena alimentación en la educación primaria, Islandia para aprender del importante rol de la mujer en la sociedad; Alemania para adoptar la capacidad de autocrítica y de no olvidarse de los propios errores; Eslovenia para comprobar los beneficios de una universidad gratuita para todos; o Túnez para observar cómo llevar a cabo una revolución y no perderse en el camino.
¿Qué invadimos ahora?’, el nuevo bofetón documental de Michael Moore
El documentalista estadounidense Michael Moore
estrena nueva película, con la que vuelve a recuperar el buen tino de
sus mejores trabajos.
No hay duda de que el cineasta estadounidense Michael Moore es un tipo controvertido y que sus documentales, centrados en cuestiones políticas de su país, suelen aterrizar el día del estreno rodeados de polémica.
Y no le calificaríamos a él en vez de abordar solamente sus películas
si no fuera porque, mientras en el cine de ficción la ideología que
subyazca es irrelevante para evaluar una obra específica, en el
documental político es un ingrediente de tal importancia que no hay más
remedio que evaluarlo, y cerciorarse de la honradez y la lógica de sus
planteamientos: como en los ensayos de la literatura, defiende una serie
de tesis, y su argumentación no puede ser aceptada sin más.
Si uno repasa su filmografía, ha de rendirse a la evidencia de que a
Moore le mueve un espíritu crítico contra los abusos de los poderosos,
cuya legitimidad resulta difícil de discutir, sobre todo porque los
males de Estados Unidos a los que apunta, no sólo no son invenciones,
sino que además se les muestran muy reales a la multitud de ciudadanos
que de veras los sufren, como los estragos económicos, poblacionales y familiares que provoca la deslocalización de las empresas en el fundacional Roger y yo (1989) o la inmoralidad del trabajo precario en compañías cuyos beneficios son astronómicos en The Big One (1997).
Su mejor arco documental, hasta su nuevo estreno, lo constituían Bowling for Columbine (2002),
cuyo lúcido análisis de las razones por las que de cuando en cuando se
producen deplorables masacres en tiroteos de Estados Unidos ganó el
Oscar de ese año, el gran Fahrenheit 9/11 (2004),
que abarca desde el fraude electoral en las elecciones de 2000 que
acabó con George W. Bush en la Casa Blanca hasta las malas artes que
condujeron a la Guerra de Iraq, galardonado nada menos que con la Palma
de Oro en el Festival de Cannes, y Sicko (2007), en el que denuncia el inhumano sistema de la sanidad estadounidense.
Tardía pero estratégicamente se lanzó Slacker Uprising (2008),
sobre la campaña que el propio Moore y otros artistas llevaron a cabo
durante la campaña electoral de 2004, en sesenta y dos ciudades de
Estados Unidos, con el propósito de fomentar la participación en las
elecciones y despedir a Bush del Despacho Oval. Luego, como se veía
inevitable, arremetió con Capitalismo: Una historia de amor (2009),
en el que examina el origen y la gestión de la crisis financiera global
y las prácticas económicas infames durante la última transición de
gobierno.
Y ahora nos llega ¿Qué invadimos ahora? (2015), que es una especie de continuación de Sicko, o de su concepto,
en tanto que se dedica a encontrar las bondades de la organización
social y política de otros países, comparándolas con la situación de
diversos ámbitos en Estados Unidos, y reclamándolas literal y
socarronamente para este. Y lo primero que hace, en los mismos títulos,
es apalear al discurso político dominante de su país sobre lo que se
supone que debe preocupar más a sus ciudadanos y, a partir de ahí, les
señala precisamente lo que deberían reclamar a los gobernantes para
mejorar su vida.
Ocho de los nueve estados a los que viaja Moore son europeos,
y hay quien le ha criticado, a veces con suma dureza, por realizar un
documental como este, sin profundizar en las convulsiones sociales del
continente, justo cuando las políticas de austeridad de la Unión Europea
están destruyendo nuestro estado del bienestar, pero incluso así, se
deja claro durante el metraje que lo que él reclama siguen siendo
mejoras para Estados Unidos, virtudes que los países que visita albergan
y de las que el suyo carece. Y, además, ya lo explica el mismo
Moore en el filme: claro que estos estados tienen sus problemas y
conflictos, como todos, pero la misión de este documental “es agarrar
las flores, no las hierbas”.
No obstante, no os engañéis: pese a que ¿Qué invadimos ahora?
está pensado para el público de Estados Unidos, no pocos de los
ejemplos que recopila pueden parecernos alucinantes a los
hispanoamericanos también. Y aquí vuelve a exhibir su gran dominio del montaje para generar un ritmo dinámico que capture a los espectadores y se permanezcan arrimados a la pantalla con una casi permanente media sonrisa, tanto como del discurso informativo, comprensible y, a la vez, ameno, ingenioso, elocuente y con sentido del humor.
Y en cierto momento nos asombra con la selección de temas inesperados
por la seriedad que requieren, nos congela la sonrisa y nos estremece
con los testimonios y las historias que recoge, y es entonces cuando,
paradójicamente, el documental se eleva.
No es de los mayores guantazos que Moore le ha propinado a la sociedad
estadounidense ni de lejos, y le han reprochado su menor agresividad,
como si todos los tratamientos en sus documentales políticos debiera
realizarlos con un cuchillo entre los dientes. De hecho, el
último giro en la argumentación, por completo insospechado, es una idea
deslumbrante e inspiradora, y probablemente, mucho más útil en esta
ocasión. Aún se queda lejos de los arrolladores Bowling for Columbine y Fahrenheit 9/11, por encima de Capitalismo: Una historia de amor y más cerca de Sicko. Pero sigue siendo muy disfrutable y necesario este nuevo bofetón documental de Michael Moore.