lunes, 13 de enero de 2025

No Other Land


Título original: No Other Land
Dirección: Basel Adra, Hamdan Ballal, Yuval Abraham, Rachel Szor
Montaje: Basel Adra, Hamdan Ballal, Yuval Abraham, Rachel Szor
Música: Julius Pollux Rothlaender
Productor: Fabien Olivier Greenberg, Bård Kjøge Rønning
producción: Antipode Films, Yabayay Media (PS)
Música: Julius Pollux Rothlaender
Fotografía: Rachel Szor
Compañías productoras: Coproducción Palestina-Noruega; Yabayay Media, Antipode Films
País: Palestina, Noruega
Año: 2024
Duración: 95 min.

 

 

 

 

 

 

 No Other Land es una colaboración entre el abogado y periodista palestino Basel Adra, el fotógrafo y agricultor palestino Hamdan Ballal, el periodista de investigación israelí Yuval Abraham y la directora de fotografía israelí Rachel Szor  (los cuatro figuran como directores y montadores). Basel y Yuval (a los que se refieren por sus nombres de pila en la película) también son protagonistas, mientras que Ballal hace algunas apariciones memorables como el miembro escéptico del grupo: “Ah, ¿eres un israelí ‘a favor de los derechos humanos’?”, bromea Ballal cuando conoce a Yuval por primera vez.

 No Other Land es tan específica como afectivamente extrapolable a otros marcos contemporáneos de dominación estructural en su descripción de la impotencia bajo un Estado represivo. No aborda directamente el conflicto más reciente entre Israel y Hamás, sino que documenta el desplazamiento forzoso de palestinos en Masafer Yatta (Cisjordania), una colección de aldeas rurales. El hilo narrativo central se teje en torno a la relación laboral entre Yuval y Basel, cuya cercanía y confianza a lo largo de años de colaboración puede apreciarse a través del afecto físico y las conversaciones profundas entre ambos. Sin embargo, sigue habiendo una división inevitable entre ellos, construida por la dinámica de poder del sistema: la absoluta libertad de movimiento de Yuval contrarresta el total confinamiento de Basel.



Desde el principio, no es posible apartar la mirada del metraje que presenta el colectivo. Los espectadores son testigos inmediatos de la destrucción de casas de hormigón, acompañada diegéticamente por los gritos de familias palestinas que se preguntan por qué el Estado israelí está llevando a cabo semejante acción. La película también convierte en villano al hombre responsable de las órdenes de desalojo sobre el terreno, conocido solo como Ilan. Representando el brazo ejecutor del Estado, el hombre viste gafas de sol reflectantes y camisetas Nike transpirables, un atuendo que personifica una especie de banalidad del mal. No Other Land se convierte en un incesante golpe en las tripas, en el que las inquietantes imágenes nunca pierden su fuerza. Ilan podría llevar un traje de payaso y seguir teniendo la capacidad absoluta de diezmar todas las casas construidas y reconstruidas en Masafer Yatta. La película llega incluso a resultar tan abrumadora en algunos momentos que infunde en el espectador una sensación de futilidad absoluta: ¿realmente somos todos tan impotentes?


La crudeza crítica de las imágenes se relativiza en una secuencia final que incluye una breve visita de periodistas internacionales, que acaban pareciendo intrusivos, performativos y fuera de contacto con la realidad palestina. El equipo de vídeo profesional y la entrevista con una madre afligida no tienen ningún peso frente a las imágenes grabadas con el teléfono y la videocámara de Basel y Yuval en el corazón del conflicto, donde la cámara se coloca justo frente a las caras de la policía militar, de una forma marcadamente confrontativa y sin dejar ninguna duda en cuanto a su subjetividad. Estas cámaras “amateur” captan con gran dinamismo las experiencias de los oprimidos cuando los dos activistas huyen de las autoridades. Mientras graban, los teléfonos se pierden en la maleza durante los altercados físicos, para ser recuperados más tarde.

No Other Land da lo mejor de sí cuando alcanza la movilidad cinematográfica, cuando la cámara actúa como una extensión de este interrogatorio activista de la violenta ocupación israelí y no como un observador distante. Al final de la película, el grado de impotencia es palpable, pero los cineastas ofrecen un resquicio de esperanza en este acto transnacional de solidaridad y resistencia.

No Other Land es una coproducción entre Palestina y Noruega, a cargo de Yabayay Media y Antipode Films.

 

Fuentes de información: Reseña escrita por Olivia Popp y publicada en CineEuropa, FilmAffinity,

 



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