Dirección: Maricarmen de Lara
Guion: Maricarmen de Lara, Ma. Eugenia Tames
Fotografía: Maripi Saenz
Productora: Maricarmen de Lara, Ma. Eugenia TamesAño: 1986
País de producción: México
Duración: 58 min.
Documental sobre las costureras cuyos centros laborales en la ciudad de México fueron afectados por el sismo de 1985, en el que perecieron muchas de ellas, y cuyos patrones se negaban a pagar indemnizaciones.
“No pedimos un viaje a la luna”: la lucha de las costureras en el terremoto de 1985 *1
La
mañana del 19 de septiembre de 1985 transformaría para siempre la
Ciudad de México cuando un terremoto de 8.1 grados Richter dejaban miles
de muertos y damnificados. Entre los múltiples escombros que poblaron
el centro de la ciudad, se encontraban los de múltiples fábricas de ropa
ubicadas en San Antonio Abad, colonia Tránsito, donde entre 600 y 1600
trabajadoras fallecieron. El lugar donde trabajadoras como Evangelina
Corona o Concepción Guerrero Flores entregaban todos los días su vida,
se había convertido de repente en una tumba.
El terremoto reveló las pésimas condiciones de trabajo de miles de
mujeres que todos los días fabricaban las prendas con las que miles de
mexicanos se vestían. Con cerca de 800 talleres destruidos,
quedó claro que buena parte de los inmuebles no habían sido construidos
para soportar maquinaria pesada. A las extenuantes jornadas de trabajo
de más de 10 horas se sumaban sueldos de miseria e instalaciones en
pésimo estado. No obstante, apenas se declaró el estado de excepción,
la vigilancia se delegó al ejército para defender la propiedad y los
patrones se apresuraron a intentar recuperar lo que podían. Gloria
Sánchez, trabajadora de los talleres Carnival, relata
cómo el ejército al entrar lo primero que hizo fue extraer las cajas
fuertes de la compañía en lugar de auxiliar a los sobrevivientes de los
inmuebles aledaños. Las guardias para evitar la extracción de la
maquinaria se convertirían en una de las articulaciones más importantes
de su lucha.
El Sindicato de Costureras 19 de septiembre
Ante la indiferencia del estado y la patronal por las vidas de las
trabajadoras, el 23 de septiembre las costureras se empiezan a organizar
e instalan un campamento sobre Calzada de Tlalpan. Habiendo 700 mil
costureras, 45 mil se quedan sin empleo a raíz del sismo. Como sostiene
Poniatowska en un texto,
“50 por ciento de la producción se hacía en talleres clandestinos, 51
por ciento de las trabajadoras tenía sólo contratos semanales y apenas
18 por ciento era de planta, 73 por ciento no sabía lo que era y para
qué sirve un sindicato y 89 por ciento estaban convencidas de que el
líder sindical estaba coludido con el dueño de la empresa”. Las demandas
son simples: la organización de un sindicato independiente de la CTM o
la CROM, la defensa del puesto de trabajo y la indemnización. “No les
pedimos un viaje a la luna”-dicen-, como lo muestra el documental del
mismo nombre de la cineasta Maricarmen de Lara donde testimonia la lucha
de las obreras.
El sindicato -que obtuvo su registro el 21 de octubre de ese año- logrará agrupar a más de cinco mil trabajadoras,
conseguirá una indemnización para las victimas de 500 millones de pesos
y el contrato colectivo con 85 fábricas. Aparte se convertirá en el
referente democrático de la industria textil en México dentro del
sindicalismo independiente que se había organizado desde los años 70.
Junto a esto, al menos en tres empresas la lucha desembocó en la
formación de cooperativas por parte de las trabajadoras. Por ello, es
quizá la experiencia de lucha más importante en México que planteó la
necesidad –para aquellas que no sólo solo son explotadas en la industria
todos los días, sino que también se enfrentan a la opresión patriarcal
en todos los ámbitos de la vida- de la auto organización con perspectiva
de clase contra la patronal. Pero también contra los dirigentes charros
y machistas (Fidel Velázquez diciendo que él no tiene nada que ver con
las costureras porque en su casa le cosen la ropa, como testimonia
Maricarmen de Lara) que controlaban y controlan las direcciones
sindicales más importantes del país.
En un panorama donde la descomposición del PRI anunciaba la llamada
“transición” a la democracia, la lucha de las trabajadoras costureras
fue uno de los episodios más importantes de recomposición subjetiva en
la clase obrera mexicana, anunciada desde la insurgencia sindical de los
años 70s. No obstante, el 85 es también el año en el que el discurso de
sociedad civil y la democracia elaborado al interior de ciertas
tendencias de izquierda impide la radicalización de dichos procesos
políticos.
Para Carlos Pereyra, filósofo marxista y militante, el 85 se trataba
justamente del emerger de la sociedad civil –concepto de raigambre
gramsciana-, pero no de la clase obrera. Ésta, con sus organizaciones
como los sindicatos, forma parte de la sociedad civil. Pero como dice él mismo,
si bien sus componentes “más importantes son los partidos políticos y
los sindicatos… también forman parte de la sociedad civil los medios de
comunicación, congregaciones religiosas, agrupaciones empresariales,
centros educativos, colegios profesionales y agrupaciones de variada
índole componentes del tejido social”. La guerra de posiciones como
estrategia política abonaría a que el bloque dominado mejorara sus
posiciones dentro de la sociedad civil fortaleciéndola frente al estado,
pero no necesariamente la conduciría a plantear una ruptura
revolucionaria respecto a la clase dominante y su estado. A diferencia
de lo que Carlos Pereyra y distintos teóricos de la izquierda pensaron,
la idea del fortalecimiento de la sociedad civil no condujo a la
democratización del país y mucho menos a la revolución; más bien
contribuyó a la institucionalización de la izquierda anticapitalista y a
su impotencia para luchar contra el régimen en su conjunto.
Ante esos discursos, la organización y la lucha de las costureras
mostró que pese a todo lo polifacética que pueda ser la sociedad civil
–que en efecto “emergió” y se movilizó solidariamente en 1985-, fueron
las y los trabajadores los que más resintieron las catástrofes como el
terremoto, y fueron ellos los que pudieron plantear una salida política
con independencia de clase al conjunto de la sociedad. La actual huelga
en la maquila Cartagena muestra que aún está por hacerse justicia a la
lucha de las costureras de 1985. Ese es el legado que 30 años después
dejan al conjunto de las personas oprimidas del país.
Fuentes de información: *1 Artículo de Emiliano Quintana publicado en 2015 en La IzquierdaDiario, FilmAffinity.
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