jueves, 4 de septiembre de 2014

Jodorowsky's Dune


Título original: Jodorowsky's Dune
Director: Frank Pavich
Música: Kurt Stenzel
Fotografía: David Cavallo
Intervienen: Alejandro Jodorowsky, Nicolas Winding Refn, H.R. Giger, Richard Stanley, Gary Kurtz, Brontis Jodorowsky, Devin Faraci, Drew McWeeny, Michel Seydoux, Chris Foss
Productora: Snowfort Pictures
País de producción: Estados Unidos
Web oficial: http://jodorowskysdune.com/
Año: 2013
Duración: 83 min.
 










En 1975, el polifacético artista y director de culto Alejandro Jodorowsky soñó con un proyecto: la adptación de la novela clásica de ciencia-ficción "Dune", de Frank Herbert'. Junto al guionista de Hollywood y maestro de efectos especiales Dan O'Bannon, el (futuro) diseñador de "Alien" H.R. Giger y el artista de cómics Jean “Moebius” Giraud, todos bajo la dirección de Jodorowsky, "Dune" sería una superproducción cuyas cotas de ambición sobrepasaban todos los límites. Un sueño que se derrumbó antes de poder alzarse. Al fin, tras cuatro décadas, un documental nos desvela el film que pudo ser el "Dune" de Alejandro Jodorowsky, documental que emplea un enfoque similar a "Lost In La Mancha" de Terry Gilliam, y que nos permite descubrir entrevistas con sus principales artífices y una inmersión en todo el trabajo de pre-producción creado para la cinta. (FILMAFFINITY)


PELÍCULAS QUE NUNCA EXISTIERON: DUNE DE JODOROWSKY Escrito por El Morlock el 15 octubre 2013

En 1974, Alejandro Jodorowsky recibe el encargo de rodar  una película basada en la célebre novela de Frank Herbert, Dune. El proyecto estaba producido por inversionistas privados y celebridades, entre las que se encontraba el mismísimo John Lennon, que consiguieron reunir 9,5 millones de dólares (una cifra descomunal para la época) para que el artista chileno, que en ese momento gozaba de una gran fama internacional, filmara la película más ambiciosa de la historia del cine.

Y Jodorowsky se volcó en el proyecto, llegando a adelantar a la prensa que pensaba hacer de Dune “un filme que causará el mismo efecto alucinógeno del LSD, durará 10 horas y se dividirá en tres capítulos”.



Jodorowsky comenzó la pre-producción de Dune, que ya hoy es legendaria, en la que contrató a la que consideró la gente de más talento del momento: El grupo de rock Pink Floyd se haría cargo de la banda sonora; Salvador Dalí crearía el castillo donde vive el protagonista e interpretaría al Emperador; Orson Welles le asesoraría técnicamente y también trabajaría como actor en el papel de el Barón Harkonnen; Jean Giraud “Moebius” diseñaría la tecnología y vestuario; el ilustrador Chris Foss diseñaría los vehículos; H.R. Giger diseñaría las criaturas y personajes; Dan O´Bannon sería el co-guionista; Douglas Trumbull sería el encargado de los efectos especiales; y el reparto incluía nombres como David Carradine, Charlotte Rampling, Gloria Swanson o Mick Jagger, además de los antes mencionados Orson Welles y Salvador Dalí.

Sobre el fichaje de estos últimos, cuenta el propio Jodorowsky:

“Cuando preparaba el reparto de mi película Dune, basada en la novela de Frank Herbert (proyecto que no se pudo realizar), Salvador Dalí me sometió a una angustiosa prueba. Yo quería que el pintor interpretara al demente Emperador de la Galaxia. Le gustó la idea y, para “conocer el talento de ese jovenzuelo que cree poder dirigir a Dalí“, me invitó a una cena en un lujoso restaurante de París. Me vi sentado frente a él entre un séquito de doce personas. A quemarropa, me preguntó: “Cuando Picasso y yo éramos jóvenes e íbamos a la playa, siempre al pisar la arena encontrábamos un reloj, ¿usted ha encontrado alguna vez en la playa un reloj?”

Los aduladores del artista me miraron con sonrisas crueles. Yo tenía apenas unos segundos para responder. Si decía que había encontrado un reloj, pasaría por ser un pretencioso. Si decía que no había encontrado ninguno, pasaría por un mediocre. No pensé la respuesta, me llegó sola: “¡No he encontrado ningún reloj pero he perdido muchos!” Dalí tosió, dejó de prestarme atención y se puso a hablar con la corte que lo acompañaba. Pero al final de la cena me dijo: “Muy bien, firmaré el contrato”. Luego agregó: “Quiero ser el actor mejor pagado del mundo: 100.000 dólares la hora”.


Modifiqué el guión: inventé que el Emperador tenía un robot idéntico a él, con piel de cera y que lo representaba, y contraté a Dalí por una hora: sólo aparecería sentado en un laboratorio manipulando botones para dirigir su robot. Para el papel de Barón Harkonnen en Dune, un gigantesco gordo malvado, pensé en Orson Welles. Sabía que estaba en Francia, pero, amargado por no encontrar productores, el hombre no quería oír hablar de cine. ¿Dónde encontrarlo? Nadie supo decírmelo. Yo había oído decir que al maestro le encantaba comer y beber. Le pedí a un ayudante que telefoneara a todos los restaurantes gastronómicos de París preguntándoles si Orson Welles era su cliente. Después de innumerables llamadas, un pequeño restaurante, Chez le Loup, nos confirmó que una vez por semana, no un día concreto, el actor cenaba ahí. Decidí comer en ese lugar todos los días. Comencé el lunes.
El local era de una elegancia discreta, con un menú refinado y una carta de vinos excelente. Lo atendía el propio dueño. Todas las paredes, menos una, estaban decoradas con reproducciones de cuadros de Auguste Renoir. En el muro de excepción, dentro de una vitrina, había una silla rota. Le pregunté al dueño el porqué de esa extraña decoración. Me dijo: “Son restos que nos llenan de orgullo: una noche, Orson Welles comió tanto que la silla que lo sostenía se rompió”. Volví el martes, el miércoles, el jueves… Enorme, envuelto en una gran capa negra, llegó el actor. Lo observé con la misma fascinación con que un niño contempla en el zoológico a los grandes animales. Su hambre y su sed eran fabulosos. Lo vi devorar nueve diferentes platos y beber seis botellas de vino. A los postres, le envié una botella de cognac que el propietario me aseguró era el preferido de su voluminoso cliente. Orson Welles, al recibirla, con gran amabilidad me invitó a su mesa. Lo escuché monologar una media hora sobre sí mismo antes de que me atreviera a proponerle el papel. No me interesa actuar. Odio el cine actual. No es un arte, es una industria asquerosa, un inmenso espejismo hijo de la prostitución”. Tragué saliva, su decepción era gigantesca. ¿Cómo entusiasmarlo para que trabajara conmigo?


Me puse tenso, creí que había olvidado todas las palabras pero, de pronto, me oí decirle: “Señor Welles, durante el mes que durará la filmación de su papel, prometo contratar al cocinero jefe de este restaurante, quien cada noche le preparará todos los platos que usted pida, acompañados de los vinos y otros alcoholes de la calidad y cantidad que a usted se le antoje”. Con una gran sonrisa aceptó firmar el contrato.”

Pero el proyecto se demoró durante más de 5 años, y el pánico cundió entre los inversores y productores al comprobar que el 30% del presupuesto del proyecto ya se había gastado solo en la contratación de semejante elenco artístico, y todo ello sin rodar una sola escena.

Así que, ante las pérdidas millonarias, los productores decidieron dar por acabado el proyecto y vender los derechos cinematográficos de Dune para recuperara algo de lo invertido.

Su despido provocó una crisis nerviosa en el cineasta chileno.

Volviendo al proyecto de Jodorowsky en sí, su principal problema, financiación aparte, fue la propia megalomanía del artista. Su proyecto de convertir Dune en una saga de 10 horas, épica, barroca y llena de excesos visuales y creativos, con un marcado fin experimental, era demasiado arriesgada.
Sobre la versión que Jodorowsky hubiera hecho de la novela, hay que partir de la base de que el artista lo que pretendía llevar a la pantalla no era la novela Dune  en sí, sino “un sueño” que tuvo tras leerla. Con eso ya está todo dicho ¿no?

Así que el argumento, como podéis imaginar, era muy distinto de lo que contaba Frank Herbert en su novela. Como ejemplos bizarros, la versión de Jodorowsky incluía un Duque Leto que resultaba castrado en una corrida de toros, al Emperador Shaddam viviendo en un planeta hecho de oro y sentado en un trono que también hacía las veces de váter, y otras libertades narrativas por el estilo.




1 comentarios:

Bricopelis dijo...

Me ha gustado mucho este documental, es tal vez uno de los más originales que he visto hasta el momento.