Título Original: Appunti per un'Orestiade africana
Dirección: Pier Paolo Pasolini
Producción: Gian Vittorio Baldi
Guión: Pier Paolo Pasolini
Música: Gato Barbieri
Sonido: Federico Savina
Montaje: Cleofe Conversi, Pier Paolo Pasolini
Fotografía: Giorgio Pelloni, Mario Bagnato, Emore Galeassi
Fecha de rodaje: diciembre de 1968 y febrero de 1969
Locaciones: Uganda, Kenya, Tanzania, Roma, Folkstudio
Voz off: Pier Paolo Pasolini
Idioma: Italiano con subtítulos en castellano.
Formato: Eastmancolor; 16 mm, b/n, Arriflex
País de producción: Italia
Año: 1970
Duración: 65 min.
Productora: IDI Cinematográfica, Radiotelevisiona Italiana, I Film Dell'Orso
Ante la posibilidad de filmar una adaptación de la Orestíada de Esquilo ambientada en África, Pasolini busca en dicho continente un escenario alternativo, así como nuevos rostros para Agamenón, Electra, Clitemnestra y los integrantes del coro. La película —verdadero story-board visual— se compone de una combinación entre documental y escenas filmadas por el propio realizador en varias locaciones africanas, todo ello aderezado por los punzantes comentarios políticos y estéticos del cineasta. En algún momento, Pasolini llega incluso a considerar otras alternativas: por ejemplo, un melodrama musical en jazz, protagonizado por actores afroamericanos.
El artista, habiendo decidido encarnar una trilogía de Esquilo1, la Orestíada2, en el drama social y político del Tercer Mundo de la última década, recorre tres estados africanos modernos (Kenya, Tanganika, Uganda) a la búsqueda de los rostros de los posibles personajes, los paisajes, los ambientes. Quiere que todo ello sea real, no artificial, que configuren la transformación de las Furias en Euménides, que recuerden el templo de Apolo donde Orestes será juzgado no ya por un tribunal divino sino por uno humano. Estudia diversas soluciones a los problemas expresivos y el material recopilado es posteriormente presentado a estudiantes africanos de la Universidad de Roma, con quienes lo discute para verificar la idea de fondo y para resolver mejor el problema de la datación moderna de la Orestíada en la década de 1960 o en un período posterior. El film es un documental y no disimula su carácter de apuntes. Fuera de campo, la voz del realizador comenta las imágenes y los fragmentos de Esquilo.
En el transcurso de la realización de Apuntes para un Film sobre la India1, Pasolini proyectó prolongar el discurso sobre el tema de la religión y del hambre y sus problemas de los países del Tercer Mundo rodando episodios que representasen alguna realidad, como aquellos de los países africanos, árabes, latinoamericanos y de los ghettos negros de los Estados Unidos de América. Tal proyecto se reveló imposible de realizar por dificultades de producción. (...) Hablando de esta hipótesis de film sobre el Tercer Mundo a Jean Duflot (Pier Paolo Pasolini. Il Sogno del Centauro, Roma, 1983), Pasolini precisó: "Este es un proyecto que no he abandonado del todo (...). De qué manera podré realizarlo aún no lo sé bien (...) Que el film debo rodarlo en diversos países del Tercer Mundo (...) Era casi una suerte de documental, de ensayo. No puedo concebirlo más que de esta manera. Pero a quienes lo he destinado no son aquellas pocas élites politizadas que están interesadas en los problemas del Tercer Mundo. Para extender este público previsible, tendré que hacer un film ‘periodístico’. Es difícil tratar un argumento de este tipo con toda tranquilidad, sea en el plano ideológico o político. Pienso que a los marxistas oficiales cierta verdad no les será del todo agradable. Si bien los contestatarios, por su lado, encontrarán materia de controversia”. Si bien el film, a pesar de su interés, no verá ya la luz, Pasolini rodó, pero para la televisión italiana, un documental de cincuenta minutos, Appunti per un'Orestiada africana, del que diría Moravia: "[…] es uno de los más bellos de. Ni convencional ni pintoresco, el documental muestra un África auténtica, para nada exótica y tanto más misteriosa, con el misterio propio de la existencia, con sus vastos paisajes de prehistoria, sus míseras ciudades habitadas por una humanidad campesina y primitiva, sus dos o tres ciudades modernísimas ya industriales y proletarias. Pasolini ‘siente’ el África negra con la misma simpatía poética y original con la cual ha su tiempo ha sentido el bajo proletariado romano”.
Apenas iniciada la película, cuyo primer plano después de los títulos de crédito es el rostro de Pier Paolo Pasolini reflejado en una vidriera de un país africano, su voz over nos dice: “Evidentemente vine a filmar. ¿Filmar qué? No un documental ni un film. Vine a filmar anotaciones para una película que será Orestíada africana”. Si entendemos, lo que parece razonable, que cuando dice film el referente es el cine de ficción, lo que el autor está enunciando, casi a la manera de un prólogo y con su rostro como firma, es el carácter inclasificable, al menos dentro de lo que dictamina el canon que se predica desde las escuelas de cine, de este trabajo. Más allá de que bastantes planos registran situaciones que igualmente se hubieran producido de no estar allí la cámara para captarlas –lo que podría marcarlos como pertenecientes al documental–, su articulación y, sobre todo, la permanente voz del cineasta, que tan pronto los comenta como los metaforiza a través del roce con el discurso verbal, los contamina, provocando su ficcionalización. Pero tampoco podemos decir que estamos frente a un film de ficción en la medida en que aquellas situaciones, al menos en la dirección que señala el corazón de la industria, son siempre narrativas, es decir, construyen personajes, sucesos, transformaciones y cierres de diverso tipo, que apuntan a resolver de alguna manera los conflictos planteados. Es la concreción de uno de los sueños, irrealizados, de Serguei Eisenstein, pasible de ser ubicado, si hiciera falta, junto a, entre otras pero no tantas, Histoire(s) du Cinéma (Jean-Luc Godard, 1988-1998) , Tren de Sombras (José Luis Guerín, 1997) y Sil Sol (Chris Marker, 1982), films todos que, pese a las innumerables –e irreductibles– diferencias que los separan, tienen en común el proponer una primera persona, que remite al autor del film, reflexionando sobre uno o varios temas sin recurrir a la narración, al menos tal como se la entiende comúnmente.
Mientras busca escenarios y seres humanos para su proyecto, Pasolini dice: “Me gustaría que mi película de la Orestíada en África fuera una película con carácter básicamente popular.” Lo notable es que trabajando con materiales que pertenecen, desdichadamente, a la alta cultura de Occidente y con materiales –todo lo relativo a la vida africana– que podrían resultarnos ajenos, consiga su propósito, regresando a un cine que puede interesar a todo el mundo, que había abandonado después de la maravillosa ¿Qué Son las Nubes? (1967) y evocando en este final con una situación colectiva al de El Evangelio según Mateo (1964). En el final de su película inmediatamente posterior a ésta –Decamerón (1970)–, el Giotto, o un discípulo adelantado de él, interpretado por el propio Pasolini, mira a cámara y pregunta: “¿Para qué realizar una obra cuando es tan bello soñarla solamente?” Quizá allí esté la respuesta que puede explicar el porqué no realizó nunca el proyecto que disparó este film. Porque ya lo había soñado y ese sueño se llama La Orestíada Africana, nunca estrenado en nuestro país y recién presentado en Italia a cinco años largos de su rodaje, el 29 de noviembre de 1975, veintisiete días después del asesinato de su autor.
Pasados los años, resulta curioso constatar que mientras vivía Pasolini, la crítica en general, y especialmente la italiana, lo valoraba, a veces, colocándolo siempre muy por debajo de otros cineastas, considerados maestros, como Federico Fellini y Luchino Visconti. Esa apreciación hoy no se sostiene, revisar la producción de Pasolini es advertir su absoluta contemporaneidad y vigencia, su provocación a filmar. que es lo que ya no producen los otros mencionados.
En el transcurso de la realización de Apuntes para un Film sobre la India1, Pasolini proyectó prolongar el discurso sobre el tema de la religión y del hambre y sus problemas de los países del Tercer Mundo rodando episodios que representasen alguna realidad, como aquellos de los países africanos, árabes, latinoamericanos y de los ghettos negros de los Estados Unidos de América. Tal proyecto se reveló imposible de realizar por dificultades de producción. (...) Hablando de esta hipótesis de film sobre el Tercer Mundo a Jean Duflot (Pier Paolo Pasolini. Il Sogno del Centauro, Roma, 1983), Pasolini precisó: "Este es un proyecto que no he abandonado del todo (...). De qué manera podré realizarlo aún no lo sé bien (...) Que el film debo rodarlo en diversos países del Tercer Mundo (...) Era casi una suerte de documental, de ensayo. No puedo concebirlo más que de esta manera. Pero a quienes lo he destinado no son aquellas pocas élites politizadas que están interesadas en los problemas del Tercer Mundo. Para extender este público previsible, tendré que hacer un film ‘periodístico’. Es difícil tratar un argumento de este tipo con toda tranquilidad, sea en el plano ideológico o político. Pienso que a los marxistas oficiales cierta verdad no les será del todo agradable. Si bien los contestatarios, por su lado, encontrarán materia de controversia”. Si bien el film, a pesar de su interés, no verá ya la luz, Pasolini rodó, pero para la televisión italiana, un documental de cincuenta minutos, Appunti per un'Orestiada africana, del que diría Moravia: "[…] es uno de los más bellos de. Ni convencional ni pintoresco, el documental muestra un África auténtica, para nada exótica y tanto más misteriosa, con el misterio propio de la existencia, con sus vastos paisajes de prehistoria, sus míseras ciudades habitadas por una humanidad campesina y primitiva, sus dos o tres ciudades modernísimas ya industriales y proletarias. Pasolini ‘siente’ el África negra con la misma simpatía poética y original con la cual ha su tiempo ha sentido el bajo proletariado romano”.
Apenas iniciada la película, cuyo primer plano después de los títulos de crédito es el rostro de Pier Paolo Pasolini reflejado en una vidriera de un país africano, su voz over nos dice: “Evidentemente vine a filmar. ¿Filmar qué? No un documental ni un film. Vine a filmar anotaciones para una película que será Orestíada africana”. Si entendemos, lo que parece razonable, que cuando dice film el referente es el cine de ficción, lo que el autor está enunciando, casi a la manera de un prólogo y con su rostro como firma, es el carácter inclasificable, al menos dentro de lo que dictamina el canon que se predica desde las escuelas de cine, de este trabajo. Más allá de que bastantes planos registran situaciones que igualmente se hubieran producido de no estar allí la cámara para captarlas –lo que podría marcarlos como pertenecientes al documental–, su articulación y, sobre todo, la permanente voz del cineasta, que tan pronto los comenta como los metaforiza a través del roce con el discurso verbal, los contamina, provocando su ficcionalización. Pero tampoco podemos decir que estamos frente a un film de ficción en la medida en que aquellas situaciones, al menos en la dirección que señala el corazón de la industria, son siempre narrativas, es decir, construyen personajes, sucesos, transformaciones y cierres de diverso tipo, que apuntan a resolver de alguna manera los conflictos planteados. Es la concreción de uno de los sueños, irrealizados, de Serguei Eisenstein, pasible de ser ubicado, si hiciera falta, junto a, entre otras pero no tantas, Histoire(s) du Cinéma (Jean-Luc Godard, 1988-1998) , Tren de Sombras (José Luis Guerín, 1997) y Sil Sol (Chris Marker, 1982), films todos que, pese a las innumerables –e irreductibles– diferencias que los separan, tienen en común el proponer una primera persona, que remite al autor del film, reflexionando sobre uno o varios temas sin recurrir a la narración, al menos tal como se la entiende comúnmente.
Mientras busca escenarios y seres humanos para su proyecto, Pasolini dice: “Me gustaría que mi película de la Orestíada en África fuera una película con carácter básicamente popular.” Lo notable es que trabajando con materiales que pertenecen, desdichadamente, a la alta cultura de Occidente y con materiales –todo lo relativo a la vida africana– que podrían resultarnos ajenos, consiga su propósito, regresando a un cine que puede interesar a todo el mundo, que había abandonado después de la maravillosa ¿Qué Son las Nubes? (1967) y evocando en este final con una situación colectiva al de El Evangelio según Mateo (1964). En el final de su película inmediatamente posterior a ésta –Decamerón (1970)–, el Giotto, o un discípulo adelantado de él, interpretado por el propio Pasolini, mira a cámara y pregunta: “¿Para qué realizar una obra cuando es tan bello soñarla solamente?” Quizá allí esté la respuesta que puede explicar el porqué no realizó nunca el proyecto que disparó este film. Porque ya lo había soñado y ese sueño se llama La Orestíada Africana, nunca estrenado en nuestro país y recién presentado en Italia a cinco años largos de su rodaje, el 29 de noviembre de 1975, veintisiete días después del asesinato de su autor.
Pasados los años, resulta curioso constatar que mientras vivía Pasolini, la crítica en general, y especialmente la italiana, lo valoraba, a veces, colocándolo siempre muy por debajo de otros cineastas, considerados maestros, como Federico Fellini y Luchino Visconti. Esa apreciación hoy no se sostiene, revisar la producción de Pasolini es advertir su absoluta contemporaneidad y vigencia, su provocación a filmar. que es lo que ya no producen los otros mencionados.
Fuentes de Información: Wikipedia, Tesis "Pier Paolo Pasolini. Appunti per un’Orestiade Africana" de Alicia Romero y Marcelo Giménez publicado en De Arte y Pasiones, Pier Paolo Pasolini.
4 comentarios:
Gracias por compartir estos apuntes, que son muy interesantes. Un saludo.
Para nosotr@s es todo un placer poder compartir estos y otros apuntes.
Gracias a ti, por comentar.
ENHORABUENA ~######GRACIAS!!!
“Appunti per un'Orestiade africana P P Pasolini 1970 restaurada subt esp”
Subida en Youtube el 2014 aún se puede ver: https://www.youtube.com/watch?v=MAwavKCTahQ
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