lunes, 17 de noviembre de 2008

México - La Revolución Congelada

Título original: México -  La Revolución Congelada (Mexico The Frozen Revolution)
Dirección: Raymundo Gleyzer
Guión: Raymundo Gleyzer
Producción: Bill Susman
Fotografía: Humberto Ríos
Montaje: Steve Susman
Sonido: Alicia Juana Sapire
País de producción: Argentina
Formato: 35mm, Color
Año de producción: 1971
Fecha de Estreno: 10 de mayo de 1973
Duración: 65 minutos











Un profundo análisis de la realidad socio-política de México, dentro del contexto histórico de la Revolución Mexicana. Incluye material de archivo de los años 1910, entrevistas con campesinos, políticos, intelectuales, clase media, sindicalistas, etc. Escenas de la vida de una familia indígena en Chiapas, sus rituales religiosos, sus cultivos, juicios y escuelas bilingües. El film termina con la masacre en la Plaza de Tlatelolco en 1968, durante las infames Olimpiadas.





1-Presentación (”México: la revolución congelada”).

-Me llamo Raymundo Gleyzer. Soy un cineasta argentino y hago films desde 1963. He filmado quince: todos tratan sobre la situación social y política de América Latina. Trato de demostrar que no hay mas que un medio de realizar cambios estructurales en nuestro continente: la revolución socialista; como escribió el Che Guevara, las revoluciones que no son socialistas no son sino parodias de revolución. La mas significativa de las “revoluciones congeladas” de A. Latina es la mexicana: está en el mismo punto que hace 60 años. Por esta razón la escogí como tema e hice este film sobre México. Y no solamente para los mejicanos, sino para toda A. Latina.





El film ha sido realizado con un equipo mexicano. Es un film educativo concebido para informar al pueblo…Buscamos demostrar que las promesas de la revolución de 1910 no han sido cumplidas. Hemos utilizado también una parte del metraje rodado entre 1910 y 1917 por Salvador Toscano-Barragán, un excelente cameraman que se había plegado a las fuerzas de Villa y de Zapata, captando escenas extraordinarias; es la primera vez que su material es utilizado de este modo.





Es la burguesía, y no los campesinos, la que se ha beneficiado con la revolución. Incluso el título del film nos fue dado por un campesino de Yucatán, Antonio López Este no es un film concebido para ser proyectado en las salas comerciales.

Queremos proyectarlo en universidades, sindicatos y todos los grupos que lo pidan; el pueblo está mal informado…Nuestra misión de revolucionarios y de cineastas políticos es la de combatir lado a lado con el pueblo, y entregarle lo que nuestra ideología pueda aportarle.





En mi país; en Argentina, es absolutamente imposible hacer un film al interior del sistema, pues existe una censura que actúa no sólo sobre los films políticos, sino sobre todo lo que toque las relaciones humanas; por eso preferimos hacer films fuera del sistema y mostrarlos a pequeños grupos de gente. Que sean pequeños no tiene importancia; el año pasado en Córdoba, cuando la ciudad y la Universidad estaban ocupadas por los estudiantes, se proyectó “La hora de los hornos” ante 3000 personas; pero este es un hecho excepcional, generalmente se trata de grupos de veinte personas; vale m s, en mi opinión, transmitir a veinte personas ideas claras, que ideas confusas a millares de gente y eso es lo que estaríamos obligados a hacer si trabajáramos para el sistema; ya los que ven el cine político en pequeños grupos convencer n a los otros; como en Vietnam, la lucha por la revolución en A. Latina ser larga. Tenemos todo el tiempo. Nuestra intención de rodar un film en México era secreta, es así como entramos legalmente, como turistas; nuestro trabajo fue clandestino: nadie sabía que tipo de film rodábamos; algunos creían que hacíamos un film turístico o que trabajábamos para la T.V. Era el único modo de trabajar libres, a causa de la censura; hemos recorrido todo el país clandestinamente, ayudados por estudiantes y obreros; el revelado y montaje fueron hechos en New York, ya que fueron amigos americanos, gente de izquierda, los que nos produjeron el film y nos dieron facilidades para
mostrarlo.

La película termina con la masacre de la Plaza de Tlatelolco en octubre del 68′… Hubiéramos querido utilizar secuencias filmadas, en ese momento había en México un grupo de cineastas de todo el mundo, debido a los Juegos Olímpicos; pero no logramos encontrar ningún film; han desaparecido de las cinematecas y archivos del mundo entero; un cameraman belga había filmado a los soldados tirando sobre el pueblo: envío los films a un laboratorio en Bélgica y cuando quiso retirarlos se le dijo: “lo sentimos mucho, pero el original ha desaparecido”, cuando protestó le contestaron: “no se moleste, le pagaremos el seguro; el gobierno mexicano y la CIA han confiscado todo, se pueden encontrar films de las manifestaciones, pero de la masacre de Tlatelolco no hay un sólo plano”: hemos utilizado fotografías que fueron tomadas por los estudiantes y por periódicos y revistas underground.





México, la revolución congelada se estrena 
con 36 años de retraso
La mirada extranjera sobre la represión estudiantil 
y el trabajo semiesclavo del sureste




Nunca antes exhibido en México, el documental México, la revolución congelada, realizado en 1970 por el cineasta argentino Raymundo Gleyzer ­secuestrado y desaparecido por la dictadura de su país en 1976­, arranca con imágenes de la parafernalia priísta en la campaña presidencial del que fue poderoso secretario de Gobernación, Luis Echeverría. En el periodo que va entre las matanzas de Tlatelolco (1968) y del jueves de Corpus (1971), registra la decadencia de la "revolución institucional" del PRI en su quinta década de poder, recorre el empobrecido sureste mexicano y concluye con el sello de sangre del 2 de octubre de 1968.

La película, alentada por Echeverría, quien se había sentido halagado por el interés de ese equipo de "televisión alemana" que se le acercó cuando intentaba recomponer su deteriorada imagen internacional, se estrenó en Buenos Aires en 1971. El impacto del documental alcanzó las páginas de los diarios porteños. Aquellas imágenes de los caídos el 2 de octubre ­"cuando en una sola tarde el gobierno mexicano mandó matar 400 estudiantes"­; las historias de los modernos esclavos de las haciendas henequeneras, de una CTM gangsteril, nunca habían sido exhibidas en ese contexto en Sudamérica. No era el elogio a la "revolución hecha institución" que el régimen mexicano esperaba; era la feroz crítica a un ideal traicionado.

El filme enfureció a Echeverría, que mediante su embajador en Buenos Aires exigió y consiguió que se prohibiera el documental. La obra de Raymundo Gleyzer sólo duró un día en cartelera. Enlatado desde entonces, este miércoles 13 de febrero ­36 años después­ sale de la congeladora para llegar a las salas comerciales que albergan la Gira de Documentales 2007 Ambulante.

Gleyzer, cineasta militante, reconocido por las nuevas generaciones de realizadores como "el padre del cine piquetero", fue en su fructífera etapa frente a las cámaras, el impulsor del documental entendido como "un arma para la revolución socialista". Hoy, la gente de cine en Argentina celebra en su honor el Día del Documentalista el 27 de mayo, fecha de su secuestro.



Persona non grata

En México, en su momento, Echeverría lo declaró persona non grata.

Pero hoy, su viuda Juana Sapire, que laboró como asistente y sonidista en muchas de sus producciones, está en México promoviendo el documental prohibido. "Porque gente como Raymundo muere, pero no desaparece; él está aquí nuevamente, a la orden".

En entrevista con La Jornada, Juana recuerda el estupor del equipo que hizo México, la revolución congelada cuando conoció la prohibición de su obra: "Raymundo quería saber por qué. Se fue a ver al consejero de la embajada mexicana, quien textualmente le dijo: todo lo que se dice en la película es verídico y cierto. Lo que pasa es que hace que México se vea mal".

Inicios de los 70. En América Latina cineastas como el brasileño Glauber Rocha, el chileno Miguel Littin, el boliviano Jorge Sanjinés y el cubano Santiago Alvarez se debatían entre hacer cine o hacer la revolución. En Argentina, Fernando Solanas había hecho, desde la perspectiva peronista, La hora de los hornos. Gleyzer quería dar un contrapeso desde otro punto de vista político.

En México eran tiempos de persecución y cárcel para la izquierda; umbrales de la guerra sucia; bancarrota, censura y autocensura para los creadores independientes. No se podía filmar sin permiso y vigilancia del gobierno. Leobardo López, director de El Grito, Oscar Meléndez, Felipe Cazals, Julio Priego grababan, pero no verían sus producciones sino años después.

El cineasta mexicano Paul Leduc, que entonces era un jovencito, hizo para el equipo argentino de productor, fixer, asesor y chofer. En Nueva York tenían un superproductor y protector, William Susman, también hombre de cine y todo un personaje, combatiente de la Brigada Lincoln que peleó por la República Española contra Francisco Franco.

Cuenta Juana Sapire: "Raymundo, que tenía 29 años apenas, invitó como camarógrafo para su proyecto a su maestro, la mejor cámara que había entonces en Argentina, Humberto El Negro Ríos. Su esposa María Vera, antropóloga, hizo la investigación. Yo hacía el sonido y Paul los contactos. Ese era nuestro staff".



Joven carismático y de ojo claro, Gleyzer encantó a Echeverría. El futuro presidente le dio todas las facilidades para grabar ­y descubrir el revés de la trama­ sus aparatosas giras de campaña, le cedió un sitio a su lado en su autobús e inclusive le prestó un helicóptero. Pero el equipo de Gleyzer, que poco después se incorporaría en su país como "brazo propagandístico y cultural" del Ejército Revolucionario del Pueblo Argentino, y fundaría el grupo Cine de la Base, tenía otro guión en mente. Muy otro, de hecho.

El pensamiento guevarista

Registró la campaña de un partido, el PRI, que detentaba "la ideología de la pancarta"; grabó el último primero de mayo de Gustavo Díaz Ordaz presidiendo el "desfile obrero" rigurosamente vigilado desde su balcón. Obtuvo una entrevista con el inefable Fidel Velázquez, a quien llama "traidor y gangsteril". Saca en pantalla al líder del PPS, Jorge Cruickshank, quien, con todo y patillas, justifica su adhesión "táctica" a la candidatura del hombre que ordenó la matanza de Tlatelolco en aras de avanzar "hacia el socialismo". Todo ello con el trasfondo de un guión leído por una voz en off del más puro corte guevarista.

El documental La revolución congelada es un típico producto de las izquierdas de los 70, panfletario, apasionado, no tan riguroso con los datos históricos. Habla de la "atomización" de la izquierda mexicana pero no menciona que en ese México sus organizaciones estaban proscritas y casi todos sus líderes estaban en prisión.

Después del repaso de la revolución mexicana, la película llega, al volante de un viejo auto que conduce el joven Leduc, al sureste mexicano. Años después, Leduc sería uno de los exponentes del cine independiente, con Mezquital; Reed: México Insurgente; Historias prohibidas de Pulgarcito y Frida, naturaleza viva.

El viaje al sureste es un momento luminoso en el documental. El equipo filma la mano de obra semiesclava de las haciendas yucatecas, que habla de su vida cotidiana. En una mansión del Paseo Montejo, en Mérida, una hacendada de casta divina se lamenta del declive de las plantaciones. "(Lázaro) Cárdenas trajo el mal a Yucatán", dice la oligarca que "sólo" posee 14 haciendas, de las más de 30 que alguna vez tuvo su familia.



"¿Y que tal sus trabajadores?", pregunta Gleyzer en off.

"Algo flojitos", responde la señora mientras se mece en su silla, ajena al destino que tienen sus palabras. "Ahí les pagamos para que no se mueran de hambre".

El equipo llega al entonces remoto San Juan Chamula, el sincretismo tzotzil, la escuelita bilingüe, el racismo y la demagogia del gobernador chiapaneco en turno.

Hoy, en Argentina, la figura de Gleyzer está plenamente reivindicada, sobre todo a partir del documental Raymundo, filmado en 2002 por Virna Molina y Ernesto Ardito. "Sí, ha sido reivindicado", admite Juana Sapire, pero acota: "no es suficiente poner una placa con su nombre en alguna sala si sus películas no se exhiben y circulan, si nadie quiere invertir en la preservación de su obra. Ahora yo tengo todo, las cintas, los documentos, las fotos. ¿Y cuando yo me muera? Andá a cantarle a Gardel..."*2

Fuentes de información: ArditoDocumental (entrevista de 1970 a R.Gleyzer), Cinenacional, *2 México, la revolución congelada se estrena con 36 años de retraso por Blanche Petrich (La Jornada, 10-02-2007)



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