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viernes, 30 de noviembre de 2012

La maleta mexicana

Título original: La maleta mexicana
Dirección: Trisha Ziff
Guión: Trisha Ziff
Música: Michael Nyman, Gerard Pastor
Fotografía: Claudio Rocha
Países de producción: Coproducción México-España-USA; 
Produce: 212 Berlin / Mallerich Films / TVE
Año: 2011
Duración: 89 min.
Web oficial: http://www.maletamexicana.com












Nuestra siguiente historia empezó en una maleta. La encontraron en Mexico, en 1995. Dentro habia 4.500 fotografias de la guerra civil española que hicieron fotoperiodistas como Robert Capa o Gerda Taro. Eran niños, jovenes y adultos que miraban al objetivo de la cámara reflejando el miedo, la incertidumbre o la tristeza de aquellos años dificiles en España. Hasta aqui esta historia tendría poco de novedad... pero hace unos meses, el Museo Nacional de Cataluña y el Periódico de Cataluña se propusieron el reto de encontrar aquellos rostros de la guerra y juntarlos en una exposición. A pesar de haber pasado 75 años, decenas de personas han podido recuperar algunos instantes de su pasado o reconocer en las fotos a sus familiares. Informe Semanal ha sido testigo de ese reencuentro con la historia. *1


La historia de la “maleta mexicana”



A finales de diciembre de 2007, al término de un largo y misterioso viaje, llegaron al International Center of Photography tres cajitas de cartón. Estas maltrechas cajas, que se conocen como “la maleta mexicana”, contenían los míticos negativos de Robert Capa sobre la Guerra Civil española. Hacía años que corrían rumores sobre la supervivencia de estos negativos, desaparecidos del estudio de Capa en París al principio de la Segunda Guerra Mundial, pero de nada habían servido los esfuerzos de su hermano Cornell, fundador del ICP, por rastrear las distintas versiones, ni su ahínco en buscar los negativos. Tuvo que esperar hasta sus 89 años para ver el contenido de las cajas: 126 rollos de película, no sólo de Robert Capa, sino de Gerda Taro y David Seymour (llamado “Chim”), tres de los principales fotógrafos de la Guerra Civil española. El conjunto de estos rollos forma un documento de valor incalculable sobre la evolución de la fotografía y el fotoperiodismo bélico, pero también sobre el gran pulso político por marcar el rumbo de la historia española y frenar la expansión del fascismo en el mundo.



Hemos llegado a la conclusión de que los rollos de la “maleta mexicana” se dividen aproximadamente en tercios, entre Chim, Capa y Taro. Casi todas las tomas son de la Guerra Civil española, y fueron hechas entre mayo de 1936 y la primavera de 1939. Hay dos excepciones: dos rollos de Fred Stein expuestos en París a finales de 1935, con la famosa imagen de Gerda Taro escribiendo a máquina y la de Taro y Capa en un café, y otros dos rollos del viaje a Bélgica de Capa, en mayo de 1939. La presencia de estos cuatro rollos junto a las películas de España es de difícil explicación.

No contiene la “maleta” una colección íntegra de los reportajes sobre la Guerra Civil de Capa, Taro o Chim, pero sí muchos de los más importantes. De Capa hay imágenes de edificios destruidos en Madrid, de la batalla de Teruel, de la batalla del Segre y de la movilización para la defensa de Barcelona en enero de 1939, sin olvidar las del multitudinario éxodo de Tarragona a Barcelona y la frontera francesa. Hay varios rollos de sus reportajes sobre los campos de refugiados españoles en Argelès-sur-Mer y Barcarès, hechos en marzo de 1939. Hemos encontrado la célebre imagen de Chim de una mujer amamantando a un bebé durante una reunión sobre la reforma agraria, tomada en Extremadura en mayo de 1936, así como sus retratos de Dolores Ibárruri, la Pasionaria. Aparecen también muchas imágenes de sus reportajes sobre el País Vasco y la batalla de Oviedo. De Taro contamos con dinámicas imágenes de la instrucción del nuevo Ejército Popular en Valencia, del puerto de Navacerrada, en el frente de Segovia, y las últimas fotos que hizo al cubrir la batalla de Brunete, donde murió el 25 de julio de 1937.




Los tres fotógrafos, inmigrantes judíos de Hungría, Alemania y Polonia, se instalaron en el París culturalmente abierto de principios de los años treinta. Amigos y colegas, hicieron varios viajes juntos por España. Publicaron en las principales revistas europeas y americanas que informaban sobre la guerra, con aportaciones frecuentes a Regards,Ce Soir y Vu, y más tarde a Life. La suma de sus reportajes compone uno de los documentos visuales más importantes de la guerra. Hasta 1995, estos negativos se consideraban prácticamente perdidos.

Aún no se sabe exactamente cómo llegaron a Ciudad de México los negativos. En octubre de 1939, cuando el ejército alemán se acercaba a París, Robert Capa zarpó para Nueva York para no ser capturado por los alemanes, y hecho prisionero como ciudadano de país enemigo o simpatizante comunista.1 Por lo que sabemos, dejó todos sus negativos en su estudio parisino del número 37 de la rue Froidevaux, al cuidado de su técnico de laboratorio (y también fotógrafo) Imre “Csiki” Weiss (1911–2006). En una carta fechada el 5 de julio de 1975, Weiss recordaba lo siguiente: “En 1939, cuando los alemanes se acercaban a París, metí todos los negativos de Bob en una mochila y me la llevé en bicicleta a Burdeos, para intentar embarcarla a México. Por la calle me encontré con un chileno, y le pedí que llevara mis paquetes de película a su consulado, para que no les pasara nada. Accedió.”2 Csiki, otro emigrante húngaro judío, no logró salir del territorio controlado por los franceses. Estuvo en un campo de reclusión de Marruecos hasta 1941, cuando quedó en libertad gracias a la ayuda de los hermanos Capa. A México llegó el mismo año.

La carta de Csiki de 1975 podría ser el documento más antiguo del que se tiene noticia sobre la historia de los negativos desaparecidos. Ni John Morris, editor fotográfico que conoció a Capa en Nueva York en 1939 y fue amigo íntimo y colega suyo hasta su muerte, ni Inge Bondi, que ingresó en la agencia neoyorquina de Magnum en 1950 y trabajó veinte años para ella, recuerdan que Capa mencionase los negativos desaparecidos, o se mostrase apenado por la desaparición de muchas de sus imágenes más célebres de la Guerra Civil española.3

En 1979, con motivo de la inclusión de la obra de Capa en la Biennale de Venecia, Cornell hizo público un llamamiento a la comunidad fotográfica para recibir cualquier información sobre los negativos perdidos de su hermano, después de que apareciese un texto de John Steinbeck sobre la obra de Capa en la revista francesa Photo. “En 1940 –escribía Cornell Capa-, ante el avance del ejército alemán, mi hermano le dio a un amigo suyo una maleta llena de documentos y negativos. De camino a Marsella, el amigo confió la maleta a un veterano de la Guerra Civil española, para que la escondiese en el sótano de un consulado latinoamericano. Aquí termina la historia. Todos los intentos de encontrar la maleta han sido en vano. Naturalmente, puede producirse un milagro. Si alguien tiene información sobre la maleta, que se ponga en contacto conmigo, y tendrá de antemano mi infinita gratitud.”4 Por desgracia no salió nada nuevo a relucir. Se habló de un viaje a Chile para localizar el “consulado latinoamericano”. Hasta se realizó una excavación en Francia, donde alguien dijo que habían sido enterrados los negativos,5 pero no se encontró nada.


Actualmente sabemos que en algún momento la maleta llegó a manos del general Francisco Aguilar González, el embajador mexicano ante el gobierno de Vichy en 1941–1942. Ignoramos cuándo, y en qué circunstancias. Es muy probable que en el entorno de clandestinidad y nerviosismo de los miles de refugiados judíos y extranjeros que buscaban visados para salir de Francia por el sur, Csiki se diera cuenta de lo peligroso de su situación, y le diera los negativos a alguien que pudiera ponerlos a salvo o esconderlos sin demora. Aún no está claro que Aguilar fuera receptor consciente de los negativos, o tuviera alguna idea de su importancia (suponiendo que fuera consciente de tenerlos). Tan posible es que sobrevivieran porque se conocía su valor, como que lo hicieran por desconocimiento, pasando discretamente desapercibidos. Más tarde, Aguilar regresó a Ciudad de México, y cabe suponer que se llevó los negativos en su equipaje. Murió en 1971. El paradero de los negativos no llegó a saberse en vida de Capa.




Desde entonces ha habido tres noticias sobre hallazgos importantes de obras de Capa/Taro/Chim en lugares inesperados. En 1970, el investigador español Carlos Serrano, que trabajaba en los Archives Nationales de París, descubrió ocho cuadernos de contactos con negativos hechos en España por Capa, Taro y Chim. Estos cuadernos (de formato reducido, unos 20 x 25 cm) contienen unas 2500 imágenes pequeñas de 1936-1939 pegadas a las páginas, básicamente a modo de hojas de contactos. Fueron confeccionados para mostrar todo el espectro de los reportajes a posibles editores, y poder llevar la cuenta de qué imágenes usaban las revistas. Algunas imágenes llevan números consecutivos. También las hay con datos de publicación y otras anotaciones. Algunas identifican al fotógrafo, pero no todas. En conjunto, estos cuadernos son los testimonios más personales y completos de la obra de los tres fotógrafos. Las pertenencias de Capa incluían un cuaderno similar, con imágenes de agosto de 1936 hechas por él y Taro. Actualmente forma parte de la colección del International Center of Photography. Los otros ocho cuadernos siguen en los Archives Nationales de París.

La historia de los cuadernos también tiene su interés. Según los números de registro, forman parte de una colección del Ministerio de Interior y Seguridad de Estado francés que ingresó en el archivo en 1952 sin ninguna indicación sobre la fecha o causa de la obtención del material.6 Algunos números de registro de los cuadernos corresponden a los papeles personales de Gustav Rengler, detenido por la policía francesa en septiembre de 1939, y otros a una carpeta de la Agence Espagne, la agencia comunista que distribuía noticias y fotos de la Guerra Civil española en Francia, y que tal vez fuera asaltada por las mismas fechas.7 Richard Whelan, el biógrafo de Capa, ha apuntado la posibilidad de que la agencia tomase prestados los cuadernos (dada su condición de instrumento para vender fotos), y no los devolviese.

En 1978 apareció en París más material de Capa. Bernard Matussière, que vive en el antiguo estudio del fotógrafo (el número 37 de la rue Froidevaux), descubrió en el desván 97 negativos, 27 copias de época y un cuaderno de contactos de China.8 Matussière heredó el apartamento del fotógrafo Émile Muller, para quien trabajó como ayudante durante dieciocho años. Muller no sólo conocía a Capa, sino que quedó a cargo del contenido del apartamento de este último a su marcha de París con Weiss, en 1939.9 Las fotos encontradas en el desván, donde imperaba un gran desorden, correspondían a los reportajes de Capa sobre el Front Populaire en París, la Guerra Civil española y la guerra entre China y Japón. Matussiere hizo público el descubrimiento en junio de 1983, en un artículo de Photo. Tras su publicación, entregó los negativos a Cornell Capa,10 y tanto ellos como los cuadernos han pasado a formar parte de la colección del ICP.

En 1979 aparecieron unas 97 fotos de la Guerra Civil española en el Ministerio de Asuntos Exteriores sueco. Esta colección de copias formaba parte de una caja de documentos y cartas propiedad de Juan Negrín, primer ministro de la Segunda República española, que vivió exiliado en Francia desde el final de la guerra hasta su muerte, en 1956. Según Lennart Petri, embajador sueco en España, los documentos fueron depositados en la legación sueca de Vichy, dentro de una pequeña maleta (en circunstancias que ignoramos). A finales de la Segunda Guerra Mundial esta maleta fue enviada al archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores sueco.11 La mayoría de los documentos y cartas datan de los últimos meses de la guerra, sobre todo de enero de 1939, y estaban ordenados en tres partes: documentos del Ministerio de Defensa Nacional, documentos de otros ministerios y correspondencia general, en orden alfabético. No se sabe muy bien por qué obraban las copias en manos de Negrín; una hipótesis es que se las diera el propio Capa en 1938 o 1939, posiblemente para su distribución, o con vistas a que fueran publicadas o expuestas en algún momento.12 Estas imágenes, de entre agosto de 1936 y enero de 1938, son de Capa, Taro, Chim y una incorporación inesperada al grupo: Fred Stein. Abarcan toda la guerra: los reportajes de Capa sobre el bombardeo de Madrid de finales de 1936 y la batalla de Teruel del invierno de 1937, los de Taro sobre Segovia y Madrid de 1937 y las fotos del País Vasco de Chim. (El grupo incluye una de las dos copias de época conocidas de Muerte de un miliciano.) Actualmente, los documentos están en el Archivo de la Guerra Civil de Salamanca.



Los negativos contenidos en la “maleta mexicana” fueron descubiertos entre los efectos del general Aguilar por el director de cine mexicano Benjamin Tarver, quien los heredó a la muerte de su tía, amiga del general. En febrero de 1995, tras ver una exposición de fotos de la Guerra Civil del fotoperiodista holandés Carel Blazer en Ciudad de México, Tarver se puso en contacto con Jerald R. Green, profesor de Queens College, para pedirle consejo sobre cómo catalogar el material y hacerlo accesible al público. “Naturalmente, la prudencia parece aconsejar que el material ... se convierta en un archivo accesible a estudiosos e investigadores de la Guerra Civil española”, escribió Tarver.13 Green, amigo de Cornell Capa, se puso en contacto con él y le informó del contenido de la carta.

Desde entonces, Cornell Capa multiplicó sus esfuerzos por establecer contacto con Tarver y hacerse con el material. Lo extraño del caso es que Tarver le eludía, y no mostraba el menor interés. En otoño de 2003, mientras se preparaban las exposiciones del ICP sobre Capa y Taro de 2007, el difunto Richard Whelan, biógrafo de Capa, y Brian Wallis, conservador jefe del ICP, protagonizaron otro esfuerzo por devolver los negativos a Cornell Capa. A principios de 2007 Wallis se benefició de la ayuda de la comisaria independiente, y directora de cine, Trisha Ziff, que vivía en Ciudad de México. El primer encuentro entre Ziff y Tarver se produjo en mayo de 2007.14 Hicieron falta varios meses para convencer a Tarver de que los negativos tenían que estar en el ICP, junto al resto del archivo de Capa y Taro, y a una nutrida colección de Chim. No hubo ningún tipo de pago. El 19 de diciembre, Ziff llegó al ICP con la “maleta mexicana”. Los negativos perdidos volvían finalmente a casa.

Cynthia Young
Conservadora adjunta del archivo Robert Capa y Cornell Capa 2008*2


Fuentes de información: La maleta mexicana, *1 Informe Semanal RTVE, *2 International center of Photography, Peliculasmas.




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jueves, 22 de noviembre de 2012

DocsDF 2012


Del 8 al 18 de Noviembre estuvimos presentes en el 
7º Festival Internacional de 
Cine Documental de la Ciudad de México



Más de una semana de intensidad documental, desde los talleres y charlas magistrales del DocsForum a toda la programación del DocsDF, al final no hemos podido ver todo lo que hubisemos querido ver, aunque eso era obvio, pero para eso ya está la Videoteca del DocsDF.

Primero de todo, tenemos que agradecer a todo el equipo del DocsDF, no solo por la increible experiencia que ofrecen al público de la ciudad de México, sino además por el excelente trato recibido, en especial le damos las gracia a Pau Montagud, Inti Cordera, Angelica Arras, Roy Martinez, Gloria Torres y como no, Fermín Muguruza.

Algunos documentales ya los habiamos visto, como los del austriaco Michael Glawogger, pero fue todo un lujo poder verlos a pantalla grande, además de poder ver disertar al director sobre el cine documental.

Michael Glawogger, acompañado por Petra Fischer.


Presentación del documental "Zuloak" de Fermin Muguruza en el DocsDF 2012



Leer artículo completo, con fotos y vídeos en el blog de "El Abordaje de las Ideas"


jueves, 15 de noviembre de 2012

Circo

Dirección: Aaron Shock
Producción: Aaron Schock
Guión: Aaron Schock, Mark Becker
Fotografía: Aaron Shock
Edición: Mark Becker
Música: Calexico
Compañías productoras: Hecho a Mano Films
Locación: México
Países de producción: México, E.E.U.U.
Formato: 35 mm, HD Cam
Año: 2010
Duración: 75 min.
Web oficial: www.circomexico.com/











Premiado en varios festivales nacionales e internacionales, incluyendo el Festival Internacional de Cine de Morelia y el Festival Internacional de Cine de Guadalajara.

El documental dirigido por Aaron Schock, siguiendo un guión co-escrito por Mark Becker, cuenta la vida en el circo de la familia Ponce, que desde el siglo XIX se ha dedicado a llevar alegría y magia a través del circo visitando todo México, hasta los lugares más apartados.

Llena de alegrías y sinsabores, el legado centenario de la familia está en peligro cuando Tino, el líder de la tropa circense, se ve entre la espada y la pared. Por un lado con el deseo de mantener la tradición y por el otro su esposa, Ivonne, que quiere una vida mejor lejos de un espectáculo que cada vez es más penoso y más duro de mantener.

Circo retrata a la perfección el dilema que enfrentan este tipo de atracciones ambulantes. Personajes reales: Tino, Ivonne y sus 4 hijos, los padres de Tino y su hermano Tacho, su sobrina Naydelin, trabajan muy duro para armar la carpa y hacer el espectáculo. Ellos sufren en carne propia la crisis económica que azota a las regiones rurales en México, donde ellos son parte importantísima para llevar un poco de alegría y fantasía a los marginados, aun a costa de su propia supervivencia. Las imágenes e historia se complementan con la banda sonora en manos de la banda Caléxico.


Fuentes de Información: IMCINE, Artículo de Jose F. Sánchez públicado en Al Borde, Documaniático.


Ver directamente en VK.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Blogs & Docs




Efectivamente es la hora y quién mejor que Isaki Lacuesta, que en este tema nadie le podrá quitar la razón, para resumir lo que ha sido y es B L O G S & D O C S » revista on line dedicada a la no ficción, toda una referencia para Naranjas de Hiroshima, una publicación que seguimos desde nuestro inicios en esto del cine documental, sin duda la mejor revista/blog dedicada a la no ficción, no solo la leemos sino que continuamente usamos sur artículos y además publican bajo licencia Creative Commons, ¿que más se puede pedir? Lo mínimo que podemos hacer es apoyar a Blogs&Docs.




LA HORA DE BLOGS & DOCS

Es hora de apoyar a Blogs&Docs
En una escena de "Nobody's bussiness", el padre de Alan Berliner le reprochaba a éste que los documentalistas vivían de la beneficencia. Y seguramente, no le faltaba razón.

Esta vez, somos nosotros quiénes tenemos la ocasión de ser benefactores y de ayudar económicamente a una revista tan necesaria como Blogs & Docs.

Que yo sepa, no existe en España otra publicación monográfica que lleve tantos años dedicada al cine de no ficción, con tanto ahínco y tanta amplitud de miras.

Elena Oroz y M. Martí Freixas emprendieron la aventura de hacer un blog sobre el cine documental en 2006, y entre tanto han dedicado artículos a los consagrados y a los debutantes, a todo y a todos.

Fueron una de las primeras webs que supieron ver que las entrevistas on line -y más si tratan sobre cine- podían ser filmadas.

Por creer, creo que han sido capaces de entrevistar incluso a algunos cineastas que la mayoría dábamos por muertos (quizás alguno hasta lo estuviera). 

Han resucitado a cineastas, y a otros les han dado aliento para continuar.

Nos han descubierto películas que creíamos inexistentes.

Han cubierto los festivales que tocaba cubrir, y lo han hecho tomándose el término al pie de la letra, como quien fuera a arroparlos con un impermeable en estos tiempos de aguacero.

Y a lo largo de estos años, han tejido una red de colaboradores y simpatizantes entre España, Argentina, Estados Unidos... La plantilla de sus entusiastas colaboradores no ha dejado de crecer a ambos lados del océano, con firmas ilustradas, incluso ilustres, que han escrito sobre cine por amor al cine y por amor al arte.

Ahora los responsables de Blog&Docs han abierto un crowfunding que estará en marcha pocos días más: hasta el 20 de noviembre. 

Si no consiguen ese mínimo apoyo que necesitan para mantener la estructura a flote, es de temer que la publicación desaparecerá.

No nos engañemos: en 2006, muy pocos conocían en España quiénes eran Berliner, Cavalier, Bill Morrison, Heddy Honigmann, Naomi Kawase, John Gianvito, Mark Rappaport, Marcel Hanoun, Pedro Costa, Ricardo Íscar, Harun Farocki, Andrés di Tella, Jay Rosenblatt, Ross McElwee, Frederick Wiseman, Lech Kowalski, Jem Cohen, Sergei Loznitsa, Thom Andersen, James Benning... 

Y el hecho es que hoy existe una cinefilia interesada en estos nombres, y en otros tantos familiares; una cinefilia que no deja de crecer.

Lo triste del caso es comprobar, con alarmante frecuencia, que las personas (Carlos Mugiro, José Ángel Alcalde, por nombrar solo a algunos), programaciones (Xcentric), festivales (Punto de Vista) y publicaciones (ahora Blogs&Docs) que más han contribuido a esta generosa labor de divulgación corren el riesgo el desaparecer o las pasan canutas para poder seguir con su trabajo, que en la mayoría de los casos ya ejercen en condiciones económicas lamentables, bajo mínimos, o inexistentes.

Venga, anímense: apoyen a Blogs &Docs, ayúdense a sí mismos y no abandonen a sus perros en verano, por el amor de dios. 



La revista on-line Blogs&Docs inicia una campaña de financiación con el objetivo mínimo de conseguir 6.000€ para mantener con gran actividad la publicación durante todo el año 2013. Del lunes 15 de octubre hasta el lunes 20 de noviembre de 2012 llevamos a cabo un crowdfunding a través de la plataformaPotlatch (www.potlatch.es). Adjuntamos nuestra propuesta y las respuestas a posibles dudas. Podeis contactar con nosotros para cualquier cuestión.

_ABOUT

Blogs&Docs es una revista on-line con sede en Barcelona fundada en 2006 por M. Martí Freixas y Elena Oroz con el objetivo de suplir la ausencia de información y crítica especializada sobre la no ficción en nuestro país. En su primera época estuvo dirigida por ambos con una periodicidad mensual (2006 – 2011) y bimestral (2011-2012), llegando a publicar 49 números. En su segunda época (junio 2012) está dirigida por M. Martí Freixas y tiene una periodicidad atemporal, con varias actualizaciones mensuales. Para recibir las notificaciones de las novedades es recomendable estar inscrito en la newsletter, o en las redes sociales de facebook otwitter de la revista.

Los contenidos (artículos, reseñas, crónicas de festivales, video entrevistas a directores y profesionales del sector, obras de realizadores, reseñas de libros, entre otros contenidos) configuran un espacio web que se expande a propuestas audiovisuales de carácter independiente y que, a menudo, encuentran su visibilidad en Internet, museos, festivales y espacios alternativos. Entendiendo la no ficción y la cultura audiovisual desde un punto de vista amplio, Blogs&Docs cubre la actualidad y presta especial atención al cine experimental y sus sinergias con el documental, a los nuevos realizadores que trabajan fuera de los circuitos comerciales, al tiempo que trata de recuperar y reivindicar clásicos olvidados de la historia del documental. Con varias decenas de colaboradores, es un proyecto pionero por su periodicidad, su carácter multimedia e interactivo y por ser la primera revista dedicada a la no ficción en España.

En junio de 2007, se constituye la Asociación de Cine Blogsandocs dedicada a la promoción y difusión del documental y otras prácticas artísticas audiovisuales y multimedia.

Las entrevistas de Blogs&Docs


Entrevista a Alain Cavalier



Entrevista con el realizador frances Alain Cavalier realizada en Barcelona en noviembre de 2011 a raíz de su retrospectiva en el festival l'Alternativa.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Man on Wire

Título: Man on Wire
Dirección: James Marsh
Producción: Simon Chinn
Música: Josh Ralph (títulos), Michael Nyman
Fotografía: Igor Martinovic
Montaje: Jinx Godfrey
Intervienen: Philippe Petit
País de producción: Reino Unido
Año: 2008
Género: Documental
Duración: 90 minutos














Por Javier Moral

En sus orígenes, los documentales eran auténticos registros de realidad que funcionaban como testigos históricos de formas de vida y de grandes acontecimientos, o como elementos adoctrinadores y de propaganda. Con el tiempo, su utilidad se ha ido abriendo a nuevos terrenos y la funcionalidad ha variado, desde la protesta reivindicativa por el descubrimiento de escándalos públicos, al engrandecimiento y la loa de hazañas cuasi anónimas, como la que aquí nos toca. 

James Marsh se estrena en el género documental con Man on Wire, tras haber filmado sólo una película con anterioridad. Aún siendo un principiante del medio cinematográfico, Marsh logra una factura decente con algunas deficiencias, sobre una historia de superación personal, mezclando con criterio la veracidad de las imágenes de archivo con reconstrucciones armadas mediante técnicas y recursos propios de la ficción, pues, es apreciable una estructura narrativa completa con introducción, nudo y desenlace.

El 7 de agosto de 1974, Philippe Petit pasó de ser un artista circense de barrio parisino a ocupar las portadas de los tabloides de medio mundo, al atreverse a cruzar los sesenta metros que separaban las Torres Gemelas del World Trade Center de Nueva York haciendo equilibrios sobre un alambre. El propio Petit y su equipo narran el episodio como si de un film de suspense se tratara, repasan la larga lista de incidentes que pudieron dar al traste con el plan, creando una tensión falsa, aunque suficiente, sobre un acontecimiento que sabemos exitoso. 

Y es que, más que en la machada de Petit, el interés de la cinta recae sobre la planificación y la ejecución de una misión en la que se debía salvar la seguridad de una de las zonas con mayor vigilancia del planeta. Sabemos que una caída desde la cuerda no va a ocurrir. Es algo tan imposible como se nos presenta, en un principio, la infiltración en los edificios. Más adelante y lejos de todas las dificultades que se comentan, contemplamos cómo la aventura fue más parecida a una visita guiada que a una misión de riesgo. Al margen de la ausencia de obstáculos físicos, el principal problema residió en las inseguridades y miedos de un equipo no muy convencido. Tan sólo la caída del cable desde la azotea de las torres en la madrugada previa al evento, supuso la ruptura de una racha de fortuna que parecía inagotable. En lugar de aprovechar el imprevisto como instrumento dramático, Marsh lo resuelve milagrosamente, a matacaballo y sin justificaciones de ningún tipo. La suerte de que todo les saliera a la primera y de que los contactos clave que les sirvieron de apoyo les llovieran en abundancia, provoca la comparación de hilo argumental del documental, sin merecerlo demasiado, con el de un thriller barato y mediocre.

Ya en los primeros minutos de metraje, se había echado en falta una breve biografía cronológica de la experiencia de Petit -o las motivaciones que le movieron a una idea tan delirante-, del que apenas conocemos su pasión por el funambulismo. Tan sólo un ejemplo: el espectáculo sobre la catedral de Notre Dame. La ausencia de antecedentes (por poco impresionantes que fueran) con los que poder comparar la bravuconada de Nueva York, no la convierten en gesta incomparable, sino que reducen la grandeza de un hecho no medible por el ajeno a los números de circo. Del mismo modo, se acusa un vacío de información en la presentación de los miembros del equipo, confundibles entre sí al presentar el mismo corte de hippie trasnochado de comuna francesa de la época. Esta agrupación de melenudos se desvive moviendo cielo y mar para servir a un líder que se olvidará de ellos en cuanto logre su objetivo. He ahí el precio de la fama; para uno significa un sueño que llega a ser real; para otros, la amargura de un súbito e incómodo despertar.


No todo en Man on Wire van a ser reproches para Marsh, pero sí mala pata por su parte. Detrás de cada imagen de archivo se aprecia un duro trabajo de campo y las reconstrucciones simuladas permiten revivir una bella historia que vale la pena mirar. Pero, en el colmo del gafe para el director, la exhibición de tres cuartos de hora sobre el alambre entre las Torres Gemelas, carece de documentos filmados, ofreciendo para su acreditación una chapucera selección de diapositivas, tan escasa que incluso repite instantáneas. Debió de sentirse Marsh incapaz de engendrar interés, aún de un reclamo tan atractivo, pues cedió la completa narración de la proeza a las bocas de los protagonistas, que se dedican a refugiarse en la nostalgia de un recuerdo borroso. Sólo el dicharachero y guasón Petit, reciclado en un auténtico actor del método, cuenta con ganas una aventura de la que fue el exclusivo beneficiario. La nula explicitud documental de lo contado es compensada por la emotividad que desprenden las lágrimas de algunos testimonios, siendo imposible averiguar el sentimiento real que las provocan.

Una interesante discusión ética emana de una obra que rememora una afrenta a la superprotección estadounidense, a una sociedad hoy sumida en la cultura del miedo. Así, en el film se reflejan las dudas de un equipo que cree probable una condena por suicidio asistido. Petit fue arrestado por poner en peligro su propia vida, pero la pena posterior fue tan ridícula que cuestiona una jurisdicción extremadamente conservadora en lo que concierne a un asunto tan delicado como el del libre albedrío. La violación de la seguridad del World Trade Center supuso la puesta en evidencia de un sistema protector que presumía de ser el primero del mundo; un atentado contra el orden público en el lugar menos comprensivo y más desconfiado hacia todo aquello que huela a amenaza. Hoy, es particularmente curioso que Petit sea el que siga con vida en detrimento del complejo americano de los negocios, que veintiséis años después, vio, y esta vez sin bromas, vulnerado su infranqueable control sobre los peligros exteriores. Agradezcamos que el film no se venda haciendo escarnio de ello.

Del final amargo que ya hemos citado, en el que el héroe -del que no se sabía si buscaba la fama o simplemente superarse a sí mismo- triunfa, se desprende una enseñanza natural, la del egoísmo del victorioso que olvida amistades fieles y amores verdaderos. No nos consta cuánto tiempo le duró a Petit su particular cuento de hadas, pero sí tenemos una pista (desalentadora, por cierto): la peripecia ha necesitado una película comercial para desempolvarla tras un cuarto de siglo en los archivadores.

Fuentes de información: Wikipedia, Artículo de Javier Moral, públicado en El Espectador Imaginario,



Ver en V.O.S.E. en Youtube.